viernes, 6 de enero de 2012

Una mañana inolvidable

El tren avanzaba rápidamente mientras yo me alejaba de una vida familiar y segura; y me acercaba a una experiencia diferente, novedosa, íntima y entrañable a la vez que morbosa y excitante.

Estaba nerviosa y algo preocupaba porque todo saliera bien, había hecho verdaderos malabarismos para conseguir montarme en ese tren y llegar a mi destino, donde un amigo muy especial para mi me esperaba al otro lado de la estación.

Confiada y entregada al momento, me dispuse a vivirlo y disfrutarlo sin darle vueltas a nada mas, siendo yo misma y compartiendo un tiempo de calidad con alguien importante y valioso para mi.

Asi que allí estaba él, esperándome en la estación para llevarme hasta su hogar, el sitio desde donde tantas veces me había escrito y llamado por teléfono.

Me gustó llegar, ver su casa, los lugares de los que me había hablado, asomarme al balcón y deleitarme con el espléndido sol y el mar al fondo, recorrer cada rincón de su espacio y sentarnos como dos buenos y viejos amigos a tomar un café juntos y conversar un poco sobre nosotros.

De vez en cuando, se nos "escapaba" algún roce ligero entre nuestras piernas o entre nuestros brazos, en alguna que otra ocasión, hasta me dio un ligero pellizco en mis nalgas ...

Me encantaba sentir la excitacón con sólo notar sus dedos tocando ligeramente mi cuerpo... me iba poniendo cada vez más húmeda y animada ...

Seguimos hablando y empecé a observar que quizás él parecía estar más nervioso que yo, y me resultó hasta extraño pues ya nos habíamos besado anteriormente, ya habíamos estado juntos en cierta forma; sin embargo, lo notaba tímido y algo cortado  .Quizás porque era la primera vez que íbamos a hacer el amor.

Asi que tuve que lanzarme yo a darle el primer beso de la mañana, comencé a besarle el cuello, chuparle ligeramente las orejas y la situación se calentó rápidamente.

Jugamos al ratón y al gato durante un tiempo, recorrimos, yo diría que todas las habitaciones de la casa, entre besos y achuchones hasta llegar al dormitorio.

Me gustaba acostarme en su cama, anhelaba dejar mi olor, mi esencia para cuando se acostara en la noche, pudiera recordarme.
Queria que guardara esa imagen, yo desnuda completamente y tumbada en su lecho.

Comenzó a darme un masaje cada vez mas sugerente y excitante, sus manos fuertes y grandes apretaban mi cuerpo con decision.
Ahora la timidéz habia dado lugar a la valentía del macho que sabe lo que la hembra necesita y está dispuesto a hacerla gozar plenamente.

Entre besos, chupetones y caricias recorrió cada parte de mi cuerpo mientras yo sentía cómo mi volcán estaba en plena erucción y a punto de estallar.

Experimentar el primer orgasmo fue grandioso y hasta natural, lo que dio paso a un tremendo deseo de sentirlo dentro de mi, sentirme poseida, penetrada, suya y parte de él, mio y dentro de mi.

Su valentía tembló ligeramente, su emoción le embriagaba , su deseo de satisfacerme le hacía dudar de él mismo y afloró mi parte más dulce y juguetona para hacer que se relajara, disfrutara y no pensara en nada más.

Recuerda esta instantánea,  le decía yo.

Subida encima de él, mirándole con mis ojos verdes de gata, con alegre y pícara sonrisa, ahí estaba yo jugando, hablando y consiguiendo montarlo de nuevo para sentirlo otra vez dentro de mi.

Jugamos ... me encanta jugar.

Sentimos y gozamos de cada movimiento, cada beso, cada abrazo, cada mirada ...

y allí estaba yo, montada sobre el, balanceando mis caderas, sacudiendo mis pechos, mirándolo fijamente a los ojos, chupandole su lengua, mordiendo y besando sus labios y consiguiendo que llegara al extasis orgásmico, que gritara de placer incontenible y que se emocionara de sobre manera.

Aun encima y sintiéndolo dentro,  comencé a acariciar mi clítoris,  continué balanceando mis caderas y sitniendo cada vez más y más excitación.
El placer era intenso y recorría todo mi monte de venus y entrada hasta las paredes de mi vagina que se estiraban y contraían contínuamente.
Sentirlo dentro y acariciar mi caracol que estaba duro y al sol hizo que consiguiera de nuevo experimentar un gozo tremendo.
Saltaba encima de él,  zarandeaba mis caderas,  mis senos se agitaban con fuerza y yo gritaba como si estuviera sola en mitad del desierto.

Después de la tempestad .., viene la calma.

Reposé junto a él, volvimos a conversar juntos, desnudos, acariciando nuestros cuerpos, presas de la intimidad y el cariño que nos embargaba hasta que nuestros  instintos animales de supervivencia comenzarón a apremiar. 

Tengo hambre, le dije.  
Si,  la verdad es que yo también,  dijo él.

Asi que nos fuimos al baño, disfrutamos de ducharnos el uno al otro, como niños pequeños nos enjabonamos, nos aclaramos con agua calentita, nos secamos juntos y jugamos como adolescentes escondidos en el baño.

Despues de tanta pasíon, tocaba una deliciosa comida que él mismo preparó con deleite y esmero.

Me sentí como una reina, el se portó con un rey.

Me acompañó hasta la estación y con un beso prudente y discreto nos despedimos hasta nuestro próximo encuentro.

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