jueves, 26 de enero de 2012

Bailando desnuda

Como una adolescente cada día me arreglaba con esmero y me ponía guapa para él.  Iba toda conjuntada de negro, como le gustaba.  Me ponía mi faldita, cómoda y a la vez muy sugerente pues me permitía lucir mis piernas y hacer todos los pasos con soltura y mucha,  mucha frescura,  ya que con el calor que hacía en verano... qué mejor que algo fresquito para que todo se ventilara ...  y no pienses mal que llevaba braguitas eh?.  Mi mami me enseñó a ser buena y salir siempre con mi tesoro bien guardadito a la calle,  lástima que no aprendiera otras cosas según ella y que hoy más que nunca sea una fresca sin remedio.
Pues iba conjuntada con bragas y sujetador negros,  de encaje y licra,  adaptados a mis curvas y fieles a mi cuerpo,  custodiandolo con cariño y mucho tacto.
Encima,  como no,  algo negro también,  una camisetita de tirantes y, por supuesto,  con un buen escote que insinuaba mis dos grandes pechos y mi canalillo.  En defintiva,  el conjunto perfecto para mis ensayos de baile con mi querido compañero.
Cada día caminaba con ansia a nuestros encuentros y con la gran ilusión de hacer realidad mi sueño ... besarlo.  Siempre iba despuesta a zamparle un buen morreo,  me repetía una y otra vez " de hoy no pasa,  hoy le digo cuánto me gusta y beso sus labios aunque sólo sean unos minutos"  pero al final nunca lo hacia y con desánimo y un gran calentón encima volvía a casa.
Hablábamos mucho  y sus mensajes me volvían loca,  a veces pensaba que yo también le gustaba,  otras que sólo me veía como una buena amiga a la que,  para desgracia mia,  respetaba mucho.
Yo me encontraba ya desanimada,  cansada de esmerarme tanto y sentír que no me veía como mujer.  Disfrutaba muchísimo bailando con él,  pero quería más,  mucho más,  anhelaba tocarlo,  besarlo,  sentirlo en mi interior,  mirarlo como un hombre y amarlo intensamente.
Aún así,  ya empezaba a desesperarme,  incluso cansarme y pensé por un momento en dejar de verlo,  parar nuestros ensayos,  inventarme una excusa y dar un tiempo y una distancia entre nosotros.
Pero cuando estaba a punto de tirar la tolla de pronto todo cambió y ese día tan deseado llegó.
Aquella tarde, como siempre,  llegué preparada para nuestro ensayo,  hablamos un poco,  nos pusimos los zapatos y nos colocamos el uno frente al otro.  Cogidos de las manos,  de mi cintura y de su fuerte hombro comenzamos a bailar.  Al principio siempre un tanto rígidos y distantes,  había mucho espacio entre nuestros cuerpos,  pero conforme iba sonando la música,  íbamos dejandonos llevar por ella,  desinhibiéndonos y dando paso para sentir de lleno la pasión al bailar juntos.
De nuevo ahí estaban sus labios,  frente a los mios,  su boca era una tentación para mi,  notaba su respiración,  le miraba a los ojos,  a veces mantenía la mirada provocándole deliberadamente,  otras veces me sentía tan excitada y nerviosa que tenía que bajarla.
Pero ahí estaban nuestros cuerpos pegados,  yo notaba su pecho,  sus pezones siempre erectos, su barriga y en algunos giros hasta su pene.  Me preguntaba contínuamente si estaba excitado,  si se estaba calentando tanto como yo;  a veces creía sentirlo,  otras dudaba,  pues también dependía del pantalón que llevaba puesto ... pero lo cierto es que ese día no había duda alguna.  Ambos estábamos calientes y deseando apagar el fuego que llevaba tiempo ardiendo en silencio.
Cuando terminó una canción la rematamos con una pose explosiva.  Una pierna mia entre las dos suyas, rozando de lleno su miembro,  nuestros cuerpos pegados y totalmente fusionados inclinados ligeramente hacia atrás  mientras él me cogía fuertemente con sus brazos por mi cintura.  Estábamos tan tan tan pegados que .... lo besé.   Sólo rocé sus labios suavemente con los mios y los mantuve así unidos unos instantes que me resultaron mágicos.
Por momentos no pensaba en nada más, sólo saboreaba esa boca que tan loca me volvía;  por otros temía su reacción,  qué pasaría después de ese beso ...  cuando me dí cuenta de que él también me estaba besando,  que me correspondía.
Entonces volvimos a la posición normal,  otra canción daba comienzo pero nosotros nos quedamos parados mirándonos fijamente a los ojos y deseando volver a unir nuestros labios.  En ese momento fué él quién comenzó a pasar su lengua por mi labio superior muy suave y lentamente,  luego lo pasó por el inferior dandome pequeños mordiscos... hasta que nuestras lenguas por fin se encontraron y comenzaron a jugar como dos niños pequeños. 
A penas había espacio y tiempo que nos separara pero entre beso y beso yo le decía:
-   Te deseo, te deseo tanto ...
-   Y yo no puedo creer que esto esté pasando de verdad,  lo he soñado muchas veces pero nunca me he atrevido a decirte nada ...  gracias por hacerlo tu,  dijo él.
y continuamos besándonos y acariciándonos y el fué desnudándome poco a poco. 
Comenzó quitándome la camiseta y de seguido el sujetador,  a la vez que apretaba mis pechos con sus manos,  los besaba con sus labios y relamia mis pezones con su lengua... 
Luego siguió quitándome la falda que cayó al suelo en un abrir y cerrar de ojos...  ya sólo me quedaban mis braguitas para poner en evidencia al completo mi cuerpo y también me las quitó con mucha delicadeza.

En ese instante,  él completamente vestido,  yo completamente desnuda,  solo con mis zapatos negros y de alto tacón,  una nueva canción comenzó a sonar con un ritmo mucho más suave y lento, diría que hasta seductor y sensual para mi. 
Comenzamos a bailar de nuevo,  yo me sentía sexy bailando desnuda,  libre y viva,  intensamente viva y excitada a la vez.  Todo mi ser y no sólo mi cuerpo bailaba al son de esa música que embriagaba mis sentidos,  fundiéndose con ese hombre que tan importante era para mi desde hacia ya algún tiempo.
Continuamos besándonos,  uniendo nuestros cuerpos,  me cogía el culo, acariciaba mis muslos,  mi entrepierna hasta que se puso de rodillas frente a mi y comenzó a lamerme entera,  beber mis jugos, saborear  cada rincón de mi pequeño tesoro guardado para él.
Yo lo tenía entre mis piernas, le cogía la cabeza, acariciaba su pelo y lo apretaba contra mi  para sentir mas de lleno su lengua en mi clítoris.  Estaba tan excitada que tuve un orgasmo gritando como una loca poseida, tanto que creo que él se sorprendió y hasta impresionó un poco,  quiso levantarse pero le impedí desplazarse lo más mínimo manteniendo su cabeza abajo e indicándole que siguiera...
Sigue por favor,  no pares que quiero correrme otra vez,  sigue, sigue,  así, así ... oh Dios mio !!!,  gritaba yo.

El placer fue tan intenso que mis piernas no podían mantenerse enguidas,  me agaché de rodillas a su lado y me retuvo en su regazo dándome aliento para recuperarme un poco.

Y lo hice  ...

Allí en el mismo suelo,  sobre él,  comencé a quitarle la ropa,  primero la camiseta y luego todo lo demás ...
saboreé su cuello,  mosdisqueé sus orejitas,  sus pezones ... ay cómo me gustan sus pezones y cómo le gustaba a él que se los chupara y mordiera,  eso le excitaba muchísimo.
A pesar de gustarle tanto,  sabía que había otro lugar que le gustaría más, así que continué bajando hasta encontrarme con esa cosa que tanto ansiaba ver de lleno sin pantalones que nos separaran y ahí estaba tiesa y dura,  esperando entrar en mi boca,  ser chupada por mis labios,  mi lengua y succionada fuertemente dándole un placer tremendo.

Tuve que contenerme un poco para alargar el momento, quería tenerlo en mi interior,  sentír su penetración y me monté encima de él sintiéndo cómo llegaba hasta el fondo de mi ser.
Ese momento fué mágico para mi,  tenerlo de frente mirándonos a los ojos y estando unidos completamente,  como nunca lo habíamos estado antes,  siendo parte el uno del otro,  dos cuerpos formando una unidad que bailaba al son de la música.

Me agité sobre él suave y lentamente mientras nos besabamos y nos abrazabamos, 
no quería que aquello terminara,  deseaba quedarme así,  notándolo dentro de mi,  con parte de él en mi interior,  unidos para siempre,  pero él estaba tan excitado como yo y ya poco más podía aguantar así que comencé a agitarme mucho más intensamente,  con ímpetu y con mucha fuerza,  mientras lo miraba,  lo observaba y lo amaba.
Gritó con todas sus fuerzas,  se estremeció tanto que hasta me mordió el cuello y me pellizcó las nalgas,   experimentó un orgasmo cómo hacía mucho tiempo que no sentía mientras me tenía a mi frente a él mirándolo.
Así nos quedamos un buen rato,  juntos,  abrazados,  besándonos,  conversando y mirándonos a los ojos,  unidos por un hilo que ya nunca nos separó.


2 comentarios: