A penas unos emails y unas llamadas de teléfono, quizás lo suficiente para saber que había feeling entre nosotros. Algo especial veía en su forma de escribir, de expresarse y de hablarme cuando me llamaba.
Sin a penas tiempo para ir saboreando el principio, surgió la ocasión de vernos y parecía que todo confabulaba a nuestro favor para que así fuera.
Estaba tranquila, diria que hasta acostumbrada ya a este tipo de "encuentros a ciegas" con alguien a quien supuestamente ya conoces, aunque la verdad es que hacía tiempo que no quedaba con alguien nuevo.
Lo cierto es que sabíamos bastante el uno del otro, habíamos sido sinceros desde el principio y, yo creo, que habíamos confiado en que todo iría bien.
Así que, allí estaba, a la hora acordada y en el lugar indicado. Nos reconocimos fácilmente, nuestras fotografías nos delataron aunque sin duda estábamos mucho mejor en persona.
A él le encantaron mis ojos, se fijó rápidamente en ellos; yo, en cambio, aproveché mientras él atendía una llamada en su móvil para pasarle revista y comprobar el buen culo que tenía.... ummm cómo me apetecía cogérselo allí mismo, en mitad de la calle y darle un buen achuchón, pero evidentemente, me contuve.
Él pudo comprobar cómo yo le observaba y para mi sorpresa se sintió hasta un poco nervioso, intimidado tal vez, a pesar de "ser una niña" ... pues decía que yo aún jugaba a las muñecas cuando él ya estaba en el mundo de La Noche.
Fuimos a comer, era la hora para ello, ambos habíamos salido de trabajar y estábamos hambríentos, aunque creo que yo lo estaba más la verdad, quizás él tenía sed de otra cosa que llevaba tiempo anhelando ... sentir, tocar, besar, experimentar ... placer, cariño y, sobre todo, morbo.
Me sorprendió escuchar que era la primera persona con la que quedaba de "esta forma" aunque por momentos dudé y debo reconocer que aún lo hago, claro que lo cierto es que se le veía nervioso a veces y preocupado en parte por su mujer. Eso era lo más complejo de todo.
En ese momento, me preguntó:
- Hay algo que no entiendo, si tu tienes una vida sexual bastante activa y plena y estás bien con tu pareja... ¿qué buscas entonces?
- Escribir, le repondí yo. Lo cierto es que suelo disfrutar mucho de la sexualidad en el sentido amplio de la palabra, conmigo misma, con mi pareja y también con otras personas. Me gusta conocer, sentir, experimentar cosas nuevas y diferentes, la emoción, el morbo, el juego, lo secreto ... y bueno, todo esto que yo vivo luego lo escribo.
- ¿Vas a escribir sobre este encuentro?, me preguntó.
- Probablemente, y le sonreí.
Seguimos conversando durante la comida, nos fuimos conociendo algo más y después nos marchamos.
Él no tenía un rumbo, había venido a verme y se dejaba llevar, decía que "estaba en mis manos" y que yo "jugaba en mi terreno".
La verdad es que yo no lo había visto desde esa perspectiva, pero me sirvió para sentirme más segura y, sobre todo, mas poderosa.
Al comenzar a andar noté algo en mi, empecé a sentir que estaba húmeda. Había estado gestando en mi interior el bálsamo que luego envolvería su maravilloso portento.
Supongo que mi cuerpo evidenciaba deseo y atracción hacía ese pedazo de hombre, bastante cañón con sus 45 añitos.
Yo ansiaba tocarle el culo, morderle el cuello, besar sus labios, olerlo de cerca y por qué no... sentirlo dentro de mi. Así que me animé a hacer algo desde luego no hago habitualmente y tampoco recomiendo mucho: llevármelo a mi lugar de trabajo.
Entramos en el local, todo estaba silencioso y vacío, era temprano, las clases todavía no empezaban.
Llegamos a la sala de baile, grande y fria, llena de espejos y demasiado inadecuada quizás para la situación o puede que apropiada porque en ese momento dudé de lo que estaba haciendo, o mejor dicho, de lo que iba a hacer... me planteé si seguir adelante, aún estaba a tiempo, pero lo cierto es que me apatecía, lo deseaba y confiaba en él, así que me dejé llevar sin más vueltas.
Comenzamos a besarnos muy suavemente, besitos chiquititos, caricias con las yemas de los dedos, juegos con nuestras lenguas que se enrevesaban perfectamente. En muy poco tiempo, nos vimos envueltos en nuestro propio mundo y todo lo demás dejó de existir.
Al desnudarlo, fui descubriendo su cuerpo, saboreandolo, acariciándolo y apretándolo entre mis manos.
Él también comenzó a quitarme la ropa suavemente mientras me besaba el cuello, la espalda, me agarraba mis senos y me apretaba fuertemente.
Yo notaba cómo él quería sentir el contacto piel con piel, Me rodeaba entre sus brazos, notaba el calor de su pecho y cómo casi me envolvía entera con su cuerpo.
Fué bonito ese instante, creo que ambos hubiéramos parado el tiempo en ese momento ... pero las agujas del reloj continuaban su rumbo acelerando nuestro encuentro y llegó la pasión envuelta en deseo ardiente de sentirnos aún más unidos.
Aún puedo recordar cómo noté la primera vez que entró en mi, me sobrecogió su miembro erecto y bien dotado.
Comenzó a moverse cada vez más deprisa y yo me sentía cada vez más y más excitada.
Decidió bajar y asomarse a mi jardín prohibido pero con una puerta secreta que se abría si tenías la llave... y desde luego, que él era poseedor de ese poderoso instrumento.
Paseó por mis labios, mi vagina, mi clítoris y ahí se detuvo mientras movía sus dedos en todos y cada uno de mis agujeros ... No tardé nada practicamente en alcanzar el primer orgasmo que, por cierto, fué tremendo e hizo que retumbaran las paredes de la sala. ¡ Gracias a Dios que estaban insonorizadas!.
Ante semejante escena, él se apartó pensando que ya estaba "satisfecha" cuando me descubrió acto seguido tocándome yo misma buscando el placer de nuevo y a marcha exprés.
Le sorprendió mi comportamiento. Pude notarlo extrañado, luego me confesó que nunca había visto a una mujer masturbarse "en vivo".
La escena le resultó muy excitante y comenzó a acariciar su pene mientras observaba cómo yo me estremecía y llegaba de nuevo al culmen.
Después de eso, me cogió por detrás, me inclinó hacia abajo y de manera bestial comenzó a sacudirme con tanta intensidad que el placer al máximo rozaba el dolor de esa vehemente sacudida... pero madre mía, cómo me encanta que me follen por detrás!.
Él también gritó con energía, sin contenerse ni privarse de gemir explícitamente, como si por la boca también estuviera soltando parte de sí mismo.
Me incorporé y nos quedamos abrazados unos minutos.
Pero como nada es para siempre, el tiempo comenzaba a apremiar y debíamos vestirnos de nuevo.
Nos arreglamos, intercambiamos algunas frases, nos besamos para despedirnos y él se marchó al escuchar como el primer alumno de mi clase llamaba al timbre.
En seguida empezaron a llegar los demás y él se perdió entre la multitud.
Por momentos me sentía satisfecha y feliz, todo había salido bien y habíamos disfrutado mucho, sin embargo, en otros momentos me sentía ausente de la clase y de todo lo que me rodeaba.
Aún olía su aroma en mi piel,
saboreaba sus besos,
y el recuerdo de tenerlo en mi interior...
Ese anhelo me producía una sensación momentánea de vacio y me hizo ver que había estado con un extraño que de pronto se había hecho muy cercano para mi.
Escribes muy bn y seguro que más de uno de tus lecotras caba sonrojado. Un saludo
ResponderEliminarGracias Akasha, me alegran y animan tus palabras. Hoy he escrito algo diferente, algunas reflexiones, espero que te gusten. Saludos
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