viernes, 30 de diciembre de 2011

Al fondo ... a la derecha

Cuando lo vi por primera vez no me cayó nada bien,  su aire maduro, seguro y hasta interesante me resultó tan excesivo que me produjo un rechazo de cuajo hacia él.
Pasó un tiempo hasta que volvimos a reencontrarnos,  supongo que yo estaba ya en otra fase,  otra etapa,  quizás mas abierta a nuevas experiencias o a saborear los regalos de la vida.
Comenzamos a conocernos mejor,  a ser amigos y poco a poco fuimos intimando más y más hasta que un dia sentí que me excitaba cuando pensaba en él,  me di cuenta de que soñaba con él después de verlo y estar juntos,  amanecía mojada ... babeando por él.
Su madurez me atraía,  su forma de pensar,  de ser, de ver la vida,  su experiencia una gran fuente de aprendizaje para mi.
Yo comencé a sentirme cada vez más libre para expresarme tal y como soy. 
Como una niña reclamaba su atención, anhelaba ser especial y única para el.
Lo buscaba,  lo deseaba,  tenia fantasías y hasta me masturbaba imaginando mil formas de estar juntos, de saborearnos, de tocarnos, de sentirnos y experimentar el Amor, el deseo, el placer, la intimidad, lo secreto, lo prohibo, lo incomprendido, lo anhelado ... hasta que un dia mientras hablábamos por el chat tocamos directamente "el tema".
No sé bien cómo sucedió,  cómo llegamos a ese punto, supongo que en persona hubiera sido mucho más complejo y dificil,  quizás la distancia por el chat ayudó a expresar lo que ambos reteníamos.
Le dije lo que me pasaba,  lo que sentía, cuánto me gustaba y cómo era protagonista de mis sueños más eróticos y calientes. Le dije que me sentía abrumada, hasta avergonzada,  que lo apreciaba y estimaba mucho pero que no podia evitar verlo como un hombre y sentir deseo y atracción por él.
Para mi grata sorpresa él reconoció sentir también cosas especiales por mi como mujer aunque jamás se habría atrevido a decirme nada,  si yo no hubiera dado el paso ...
pero lo dí y quedamos en vernos de nuevo como lo hacíamos habitualmente,  como "buenos amigos".

Ese dia nuestro encuentro era diferente, estaba cargado de expectación,  de ilusión, de nerviosismo y, en gran medida,  de excitación.
Tomamos un café ligeramente pues teníamos prisa por estar a solas y aprovechar el tiempo al máximo.
Le observaba contínuamente,  miraba sus dedos,  sus labios,  sus ojos,  ... me sentía observada, excitada y tremendamente húmeda.
Pronto nos dirigimos a un lugar más íntimo y acogedor donde poder dar rienda suelta a lo que ambos estábamos deseando desde hacía ya algún tiempo.
Nos dirigimos al fondo y a la derecha,  allí comenzamos a mirarnos fijamente a los ojos,  acercar poco a poco nuestros cuerpos,  sentir nuestra respiración acelerada y desear intensamente fundinnos en un apasionado beso...
Comenzamos a besarnos como dos adolescentes escondidos amándose fugazmente por temor a ser pillados,  poco a poco nos fuimos desnudando,  descubriendo nuestros cuerpos, acariciando nuestra piel,  sintiendo el calor natural que emanaba de los más hondo de nosotros mismos y experimentando cada vez más y más gozo.
Sus dedos largos, ágiles y delicados se hundieron en mi sexo produciendo un tremendo gemido que salió con vehemencia desde mi garganta.   Me sentía avergonzada en parte por ser tan expresiva,  aunque deseaba gritar fuertemente y dejarme llevar.    Notaba cada vez más excitación y a pesar de querer contenerla y saborear aún más el momento,  no pude evitar llegar a un orgasmo casi inmediato.
Me aferraba a él para no caerme,  mis piernas temblaban,  me sentia libre y a la vez vulnerable,  abierta,  entregada,  extasiada y resplandeciente con la cara sonrosada y alegre de una jovencita.
Seguimos entregándonos el uno al otro,  yo deseaba sentirlo dentro de mi,  lo había soñado tantas y tantas veces que por momentos me parecia mentira que fuera una realidad.
Sentada en la mesa con las piernas abiertas lo recibí con agrado y deseo,  lo acogí con todo mi ser.
Nuestros cuerpos estaban totalmente unidos,  sentía su pecho caliente mezclado con mis senos y mis pezones erectos,  nos besabamos a la par que entraba y salía de mi con un ritmo cada vez más enérgico.
Nos resultaba dificil contener la excitación, así que tuve que parar un poco para alargar ese maravilloso e inolvidable encuentro. 
Me bajé de la mesa y de pie me incliné ligeramente sobre ella dejando caer mis pechos,  mi cabello ,  hundiendo mi cara sobre ella y aferrándome a los bordes con mis manos,  pues él me penetró de llenó por detrás mientras me agarraba de las caderas, me sujetaba junto a el y me arrionconaba sobre la mesa.
Estaba presa de placer,  escuchando sus jadeos,  sintiendo su gran miembro dentro de mi y notando cómo el me sentia suya.
Se agitaba cada vez más hasta que llegó a la exaltación,  ese instante único en el que todo se detiene,  hasta uno mismo en cierta forma desaparece, dando lugar a una plenitud y un gozo inexplicable con palabras.

Se inclinó sobre mi,  reposando ligeramente, su cuerpo envolvía el mio casi por completo y me encantaba sentir su calor y su respiración tan cercana detrás de mi.
Me abrazó con ternura y delicadeza,  me besó en las mejillas con mucho cariño y me susurró al oido
-   " Me encantas "

Su momento tierno dio paso a un nuevo y último retazo de deseo por verme disfrutar intensamente, 
en esa misma postura,  apoyada sobre la mesa,  sacó su verga ya algo desvanecida para introducir varios dedos en mi vagina y jugar no sé bién con cuál de ellos con mi clítoris.

Lo que comenzó siendo una caricia delicada acabó siendo unos minutos más tarde en una nueva exaltación que me hizo gritar intensamente y sentir que ahora si que habíamos concluido plenamente nuestro encuentro.

Ese dia fue mágico,  deseado,  secreto y,  por ahora,  el único.

Mi querido amigo,  sigue siendo parte de mi vida y yo, afortunadamente,  también parte de la suya;  seguimos compartiendo nuestro día a dia, a veces con más morbo y secretismo y otras con la cotidianidad de las cosas ordinarias.

Aquel encuentro nos unió mucho más y mejoró nuestra amistad.  Ahora disfrutamos enormente de poder ser nosotros mismos,  con total confianza y libertad.



 

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